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sábado, 13 de enero de 2018

Elipsis


Aquel hombre amaba hasta tal punto la elipsis que, con fervor encendido, decapitó la redundancia y el énfasis en sus conversaciones y en su vida. Hay tantas palabras inútiles, tantos momentos innecesarios, tantos pensamientos vacíos…Urge apocopar tiempos, economizar palabras, censurar pensamientos, decía.
Fue así como prescindió del trabajo, de la televisión, de las efemérides, de las tardes del domingo y de todo el lunes. Eliminó saludos, eufemismos y silencios elocuentes. Redujo su pensamiento al grado cero para no inquietar al silencio. Y concluyó como el sabio “todo lo que no es amor es redundancia”.

 Pero, entonces, descubrió que estaba solo.

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