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lunes, 11 de diciembre de 2017

Complicaciones

Este mes de diciembre asistiré a mi propia declaración de fallecimiento. Quizás también al divorcio de mis padres y al desheredamiento de mis hermanos. Es lo que tienen estas fechas.
Durante años diciembre ha sido para mi padre el mes de la lotería. Ciertas lecturas y sus continuos reveses le hicieron comprender la banalidad de entregar su destino económico al movimiento de un bombo y a los azares de una cifra. Había vislumbrado que las apuestas capitales debían ser serias y comprometer el fondo de nuestras vidas: vivir en la calle, alquilar una mansión, masacrar al gato, compartir el piso con un intruso, atar o desatar vínculos familiares…
Y en eso estamos, jugándonos a la lotería el futuro familiar. Y hoy nuestra casa es un antro de picapleitos y en la cocina se mezclan las demandas con el gazpacho o la mantequilla.
Después de diciembre viene enero y con él la paz, era lo que pensaba hasta hace nada. Sólo que mi madre ha compartido menús y lágrimas con un abogado marrullero y ahora quiere pasar con él una verdadera luna de miel en Valparaíso.

Y esto sí que puede complicarme a mí las cosas en la cocina.

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