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jueves, 7 de diciembre de 2017

Crónica circense

En el interior de la jaula la tigresa y el hombre realizan su habitual número de doma. Prohibidos los métodos intimidatorios, el éxito del adiestramiento lo decide la distancia, la posición dominante, la energía y capacidad para hechizar al otro. 
La tigresa ni respetó distancias ni alardeó de su poder, creyó haber captado su atención, confío en haberle domado.
No le fue difícil al hombre abalanzarse sobre ella. Le mordió en el cuello, le desgarró las patas delanteras, le quebró los huesos y la dejó tendida en la lona. 
Ni siquiera los vítores y aplausos del público la consolaron.


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