Como cualquier alimento la “o” admite formas distintas de cocinado.
Yo soy muy dada en cocina a ablandar, desgrasar y reducir los alimentos.
Es comprensible por tanto que adore la cocina de la “o”. A la “o” no hay que
cortarla ni pelarla o trocearla, pero sí es necesario ablandarla. Quien no haya
degustado nunca un potaje de “o”, aderezado con “consonantes líquidas”, que
suavicen ligeramente su dureza, debe probarlo ya.
Reconozco que la “o” es de digestión pesada, pero siempre podemos echar
mano del desgrasado. Deja que la “o” se enfríe, que repose, que se confíe y
entonces, ¡zas!, la grasa saldrá a la superficie y podrás retirarla con una “j”.
He de decir finalmente que la “o” admite la exquisitez culinaria. Trabada
con la “u” produce postres tan exquisitos como el barquillo líquido u oblea de
“o”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario